martes, 2 de junio de 2015

LOS DIOSES Y EL CULTO DOMÉSTICO EN ROMA

LARES
Los lares eran deidades romanas hijos de Lara, una de las náyades, y el dios Mercurio (algunas fuentes mencionan a Júpiter) cuyo origen se encuentra en los cultos etruscos a los dioses familiares. 
La religión de la antigua Roma presentaba dos vertientes: por un lado, los cultos públicos o estatales y, por otro, los cultos privados o domésticos. Dentro de esta segunda vertiente se sitúa la adoración de los llamados dioses de la familia. Entre estos se encuentran los lares, cuya función primordial era velar por el territorio en que se encontraba la casa familiar. Tanto es así, que antes de que la propiedad privada fuese regulada por el derecho, eran los dioses lares los encargados de evitar que los extraños se adentrasen en tierras ajenas mediante, según la creencia popular, la amenaza de enfermedades que podían llegar a ser mortales.
Las familias romanas sentían una gran veneración por los lares, que representaban en forma de pequeñas estatuas. Éstas se colocaban tanto dentro como fuera de la casa en pequeños altares llamados lararia, donde se realizaban ofrendas o se les rendía oración. En la casa, el larario solía situarse en el atrio, lo más cerca posible de la puerta principal. En el caso de los apartamentos, el lararium se colocaba cerca de la cocina, aunque en una misma casa podían existir varios y no era extraño que se encontrasen en los dormitorios. Lo que era importante, sin embargo, es que no estuviesen en lugares poco transitados o escondidos, con el fin de que no fuesen ignorados u olvidados.



PENATES
Penates eran, en la mitología romana, originalmente genios protectores del almacén del hogar. Posteriormente, se convierten en dioses de los hogares brindando protección a toda la casa (penates familiares o menores), existiendo también los protectores del estado (penates públicos o mayores). Estaban emparentados con los Lares, Genios y Larvae. Los Penates son mencionados por Prope


CULTO DOMÉSTICO
En cada familia se rendía culto a los numina al igual que a los antepasados: el genio familiar, los lares, protectores de los campos, los manes, protectores de la casa, y los penates, protectores de la despensa y los alimentos. El pater familias oficiaba como sacerdote, especialmente durante la cena, en donde se hacían libaciones, es decir, derramamiento de vino, leche o miel sobre el lararium, o santuario familiar, en el cual ardía siempre una llama, a la que llamaban hogar. Entre los romanos no había culto a los muertos. Los cadáveres eran incinerados, mientras se pronunciaban discursos de alabanzas al fallecido, y las cenizas eran guardadas en urnas funerarias.



LAS PIETAS
Pietas era una de las principales virtudes de la Antigua Roma que ha sido traducida de formas diversas como "deber", "religiosidad"1 o "comportamiento religioso",2 "lealtad",3 "devoción" o "piedad filial".
Fue la virtud distintiva del héroe fundador Eneas, al que a menudo se le da el epíteto adjetivado pius en la Eneida de Virgilio. La naturaleza sagrada de pietas fue encarnada por su personificación divina, Pietas, una diosa a menudo representada en las monedas romanas. El equivalente griego es eusebeia.
Pío como un cognomen surgió como forma de indicar a una persona que era especialmente "piadosa" en este sentido: anunciar la pietas de una persona a través de la nomenclatura oficial parece haber sido una innovación de la República tardía, cuando Quinto Cecilio Metelo Pío clamaba sus esfuerzos para que su padre, Numídico, volviera del exilio. La Pietas también se extendió hacia los "padres" en el sentido de "antepasados​​", y fue uno de los principios básicos de la tradición romana, según lo expresado en el cuidado de sus muertos. También existía la pietas a la patria (pietas erga Patriam).
La pietas como virtud residía dentro de la persona, a diferencia de una virtud o don como la Victoria, que era dada por los dioses. La Pietas, sin embargo, permitía a una persona reconocer el origen divino de los beneficios obtenidos.
Los romanos se creían los más piadosos de los humanos y era por eso por lo que eran ayudados por los dioses. También invitaban a los dioses de los enemigos vencidos a venir a Roma para ser honrados. Es la Evocatio. Por tanto, los dioses de los vencidos dejan a estos últimos que entonces llegan a estar incluso menos protegidos y auxiliados

FUNERAL ROMANO
La familia romana estaba tan unida que al fallecer uno de sus miembros pasaba a formar parte de los antepasados a los que había que rendir culto. Ya era uno de los protectores de la familia, los Manes, que se les rendía culto manteniendo vivo el fuego del hogar. La tumba adquiría la categoría de altar, símbolo de la vida sedentaria. Debía de estar en el suelo y no podía cambiar de lugar, ya que los Manes exigían una morada fija a la que estaban vinculados todos los difuntos de la familia. El espacio del enterramiento, sepulchrum, adquiría el carácter de lugar sagrado, locus religiosus, inamovible, inalienable e inviolable. Solo podían acceder a él los familiares. Las partes externas, la momumento, sí que se podía transforma y redecorar.
Siempre que las circunstancias y la muerte lo permitían, el funeral daba inicio en casa del difunto. La familia acompañaba al moribundo a su lecho, para darle el último beso y retener así el alma que se escapaba por su boca. Tras el fallecimiento, se le cerraban los ojos y se le llamaba tres veces por su nombre para comprobar que realmente había muerto. A continuación se lavaba el cuerpo, se perfumaba con ungüentos y se le vestía. 
Por ley estaban prohibidos los lujos en los funerales, pero permitían colocar sobre la cabeza del difunto las coronas que había recibido en vida. Siguiendo la costumbre griega se depositaba junto al cadáver una moneda para que Caronte transportara su alma en barca y atravesar así la laguna Estigia hacia el reino de los muertos.
Finalmente el cuerpo del difunto se colocaba sobre una litera con los pies hacia la puerta de entrada, rodeado de flores, símbolo de la fragilidad de la vida y se quemaban perfumes. Según la condición social permanecía expuesto de tres a siete días. En la puerta de la casa se colocaban ramas de abeto o ciprés para avisar a los viandantes de la presencia de un muerto en el interior. Como señal de duelo evitaban encender fuego
en la casa.

Ra, Amón, Diana y Anaat

1 comentario:

  1. Completo. Pero hay que resumir sin tanto texto que no sois capaces de entender.

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